lunes, 22 de febrero de 2016

Leyenda wicca de la creación 2° parte


Los brujos y brujas trajeron con ellos la sabiduría del Dios y la Diosa, la capacidad para curar y el arte de la magia. La Diosa enseñó a las brujas y brujos como trazar un círculo mágico y cómo hablar con el Espíritu del Dios, cómo comunicarse con los espíritus del aire, del fuego, de la tierra y del agua y cómo comulgar con los reinos animal y vegetal. 

Al principio, los hombres aceptaron a las brujas y brujos y nos trataron con justicia; pero como las brujas y brujos eran diferentes, otros seres humanos empezaron a tener miedo de los portadores de la sabiduría del Dios y la Diosa. Entonces las brujas y brujos se convirtieron en personas ocultas y dirigieron sus ritos de energía positiva en secreto a pesar del riesgo de ser capturadas y morir en manos de los seres humanos temerosos. 

Cuando el mundo se volvió oscuro por las creaciones humanas nacidas de la ignorancia y del odio, la Diosa se encarnó en la Luna para representar la luz de su paz, mientras que el Dios tomó la forma vibrante del Sol para simbolizar la fotaleza del amor perfecto. 

Una vez al mes, cuando hay luna llena, los brujos y brujas celebramos y recordamos las bendiciones que nuestra Madre nos ha otorgado. Invocamos su energía para que nos ayude a cuidarnos a nosotras mismas y a nuestras familias, a nuestro planeta y a nuestros amigos. Cuatro veces al año, a medida que el sol sigue los ciclos de las estaciones, los brujos y brujas celebramos los festivales del fuego, en el que veneramos al Dios y a su amor por nosotros.

En los cuartos de las estaciones, las brujas y brujos veneramos el ciclo de la vida y todo lo que yace sobre la Tierra. La Diosa tiene muchos nombres -Isis, Astarté, Brida, Diana o Aradia, entre otros -y permanece a nuestro lado, entre todas las mujeres de la Tierra, sean de la raza que sean. El Dios adquiere muchos rostros, desde las facciones del fuerte Cernunnos a las del delicioso Pan. Él nos vigila y nos guía, y su presencia yace en todos los hombres. 

Cuando suena el trueno en los cielos y los rayos caen sobre la tierra, el Dios y la Diosa danzan al son de la creación para que les recordemos y sepamos que nunca estamos solos. Cuando sale el Sol cada mañana, celebramos la dicha de su amor por nosotros, y cuando sale la Luna recorre sus fases, podemos comprender el ciclo del nacimiento, crecimiento, muerte y la resurrección, o sea, la naturaleza de nuestra especie.

Cuando nos llega el momento, las brujas entramos en la Tierra Estival. Del Espíritu que fluye por el Dios y la Diosa, continuamos aprendiendo el carácter místico del universo para que podamos volver, vida tras vida, a servir a nuestros hermanos y hermanos. 

En cada vida, el Espíritu nos guía a través de las experiencias y nos dispone para el camino que debemos recorrer para llevar a cabo misiones personales. Muchas veces, nacemos entre aquellos de nuestra propia especie, y en otras ocasiones debemos buscar a nuestra familia espiritual. Muchos de nosotros olvidamos nuestro camino hasta que somos adultos, pero otros, desde que sus pensamientos empiezan a cobrar vida, ya saben instintivamente cuál es su herencia.

Las brujas y brujos somos las representaciones de la evolución de la sabiduría en nuestro planeta. Somos seres ocultos que regresan de la muerte. Somos la gente, el poder del cambio, y nos hemos encarnado en todas las razas y en todas las culturas.

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